Qué pasaje azul te llevó a mi lacerado corazón
constituyéndote primavera redentora
constituyéndote primavera redentora
capaz de reverdecer cardos en mi jardín,
confinando al olvido a la sombra del silencio.
Qué nube gris te trajo hasta mis brazos
inundando mi pecho con lluvia de sangre,
calmando el ardor del dolor bajo mis ojeras,
purificando en mis venas la asfixiante polución de soledad.
Intuiste mi necesidad de ti para volar al amor,
eres tú quien deseo libe la miel de mi boca
y sea tu aleteo el único sonido de las palabras murmurando sin voz.
Quizá no sepas, mi frágil mariposa,
que sólo tú pintas mi cielo de grana al atardecer.
que sólo tú pintas mi cielo de grana al atardecer.
4 comentarios:
Muy hermoso, hermosísimo, el último verso, que da color a un poema zaherido de tristeza. Me gusta la expresión "sombra del silencio". La imagen, por supuesto, simboliza muy bien esa mariposa.
Un abrazo, Liz.
Sí, Liz, el amor tiene ese poder de reverdecer desiertos, de hacer que el silencio cante, de calmar el dolor, pero es también frágil, como una mariposa, y a veces vuela al menor ruido.
La fotografía compagina bien, esa mariposa que le pone color a un cuerpo gris.
Me gustó la descripción de la soledad como polución, que asfixia.
El cierre, como dice Óscar, es hermoso.
Un abracito.
El amor es el motor de todo... y cuando lo encuentras seguro todo tiene color...
Deseo que el amor siempre este en tu corazon...
Un abrazo y te sigo.
JALE
Me gusta esta poesía tuya, mezcla de amor y de tristeza, me ha gustado mucho sobre todo el cierre, un beso
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