Amor/Dolor… dos y uno (Ovillejos)

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I

La luz de tu sombra baña,
extraña,
con suave manto de calma
mi alma;
es presencia del dolor
tu amor.
Herida: voraz clamor,
abismo ruin que consume
huella fresca que no asume,
extraña mi alma tu amor.

II

Dulce sueño abrasador
¡Amor!
cala a besos de aguamiel
mi piel
bienquista luz que estremece
y enardece.
Rozas al tacto y parece
que el sol de eterna presencia
en ti no sabe de ausencias.
¡Amor, mi piel enardece!

III

Terca mi boca te nombra,
sombra,
voz entre bosque perdida,
-vestida-
grito entreabierto en cruz
de luz.
Rumor visto a contraluz
del suspirar en la boca
que en delirios ver provoca
sombra vestida de luz.

IV

Al cielo tu nombre clamo
¡amo!
tu aroma baña mi ermita
bendita;
sutil perfume de acacia
gracia.
Mueve mis alas y sacia
mi pecho de amor sincero,
bien sabes que con esmero
amo tu bendita gracia.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Estás aquí

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Sé que estás aquí envuelto en un halo de versos,
danzando entre metáforas líquidas que te esperan
para hacerte verbo en el punto donde el dolor
se encierra y las palabras se vuelven suspiros.

Sé que estás aquí -límpido Sol que me alimenta-
dibujando amaneceres de acompasado destello
en esta poesía sin rostro que te anhela,
en estas lágrimas que no aprenden de olvidos,
en estos dedos que recorren una y otra vez tu perfil.

Sé que estás justo aquí, te adivino
en este espacio donde anida tu recuerdo,
profanando auroras y horizontes,
adormeciendo tus silencios en mi almohada,
enseñándole a mi piel a musitar un poema de amor.

Estás aquí, encadenado a la eterna fuente de la vida,
estremeciendo mi alma con tus caricias intangibles,
haciéndome creer que alcanzo la misericordia de Dios
al acortar la distancia entre mi beso y tu boca.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

La paz en tus alas redentoras

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Rememoro tu imagen, y se me enfrían las ideas, exhalo vahos de caminatas en invierno que quedaron bajo mis pies, como la luna que pisamos sobre las baldosas mojadas una noche de octubre, cuando entre tus brazos, la vida, me sabía a gloria.

No importa el tono en que vengas a mi mente, da igual si es blanco y negro o a color, tu imagen sigue intacta –sigues bello- como si el tiempo hubiera pasado de lado sin haber opacado la luz de tus ojos, ni labrado estrías de dolor y soledad en mi nuca.

Sonríes, y en el piso se agregan diapositivas de momentos inolvidables que gritan con eco mudo desde portales lejanos, recapitulando pequeños detalles, palabras y gestos que el olvido ha querido volatilizar, pero que el susurro de tu voz de brisa se encarga siempre de que fluyan en esta realidad a la que me acomodo cada vez con escasa resignación.

Parpadeo, y noto de nuevo el techo blanco de la habitación, veo tu medallita –la que beso cada mañana cual si fuera tu boca santa- colgar inerte sobre el cuadro de la Milagrosa. Torpes pasos me llevan frente al espejo y mis ojos se hunden en su reflejo inundado de lágrimas. En el umbral de unos labios amoratados por el gélido silencio se ahoga la esperanza. Los pensamientos, el aliento, las ganas de seguir, se entierran como cabeza de avestruz en la sombra de tu ausencia.

Me siento a la orilla de un río de tristeza y su corriente me arrastra a un infinito desolador, pero me queda la sensación de que no estoy sola, de que nunca lo estaré. Por mucho, seguirás siendo el Todo que llene mi ser y mente cuando éstos se queden en blanco; y sé que serás tú quien cristalice con besos mis lágrimas, el día que cansada de fingir que vivo, me suma en un sueño que acabe con este agotamiento de alma. Tu luz me dará esa paz que busco y que encontraré al escuchar el batir de tus alas redentoras; y conoceré el aroma a Dios en tus cabellos. Me entregaré entonces a tus manos de ángel y volaremos, sino a otra vida, a otra muerte, pero eternamente juntos.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Sueño abisal

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Hay una lucha épica y burda entre mi frente y pecho
causa de la ilusión, que en hábil idioma morse
graba tu nombre con sus letras de sombra
en las ciegas retinas de mi corazón
llevándome en solaz travesía al fondo de tus ojos.

Me gusta soñarte bajo un mar de ensueños
aunque tu figura se vea doblemente borrosa
y la esperanza luche por respirar
-como pez de papel dentro de una bolsa de papel-
sumergida en el océano frío de tus manos.

En esta ardiente y honda oscuridad es imperiosa
la necesidad de sentir al sol entre los dedos,
de ver la luz de mis ojos reflejarse en los tuyos
y calmar la aflicción de mendigar un beso de oxígeno
que cada vez asfixia más al aire en derredor.

Rozar en sueños tu rostro de ángel
es hundirse en un abismo con paredes de cristal,
escribir puntos suspensivos con burbujas de aire
que se escapan al unir nuestras bocas
en este naufragar por tu espacio abisal.

En mis delirios, hay dos pasos de luz y dos de sombra,
partículas de lágrimas flotando por el humor vítreo del olvido,
huellas líquidas sobre un mapa que no lleva a ningún lado, 
mil sueños que ahogan constelaciones de estrellas negras
orbitando la engañosa vía láctea de mi cerebro.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Placebo

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Bendito misterio estrellado
que apaciguas mis abatidos silencios
con el bálsamo de tu abrazo infinito
impregnando mis alas con tu paz perfecta.

Cuentagotas de tiernas caricias
restañas heridas añejas en el alma
y a base de suaves besos
extraídos del néctar de tu tibia boca
inyectas sustancias que alivian y sustentan.

Sosiego estremecedor de silente luz
diluyes inquietas sombras de soledades lejanas
que transmigran en palpitación lenta
al remanso de brisa de tu corazón.

¡Oh! cántico puro de emoción reposada,
tenue tránsito de luceros en cielo abierto
tráeme la voz jubilosa de los horizontes,
el susurro del rocío a las gardenias,
el trinar monocorde de las tórtolas al alba
y un amor de millones de horas para amarte.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Tú y la luna

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Haikus

Versos compartidos con mi buen amigo Joaquín Galán.
¡Mil gracias, Joaquín!  


Liz
Versos de luna,
serendipia engarzada
nuestros poemas.

Jero
Nuestros poemas,
seguiriyas con duende
bajo la luna.

Bajo la luna,
voz de estrella dormida
elevas mi alma.

Elevas mi alma,
como un cometa errante
en cielo negro.

En cielo negro
titilan nuestras almas,
fulgor de luna.

Fulgor de luna,
brilla más tu mirada
que cualquier astro.

Que cualquier astro
eclipse su azul luz
en tu mirada.

En tu mirada
se refleja mi alma:
¡levita, ensueño!

Levita ensueño
al Edén de sus labios,
besos de luna.

Besos de luna,
nuestros labios unidos
entre magnolias.





© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

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