Haciendo caminos

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Hoy, me detengo en un momento más de mi vida,
sin madrugar en decisiones,
con un puñado de sueños entre las manos
y la voluntad de trazar nuevas sendas
para dar paso al tiempo de mañanas triunfantes.

Haciendo caminos extensos
voy con el sol empujando mi espalda
para no encandilarme con su brillo.
Camino aprisa, pero sin acelerarme
para que mi sombra no llegue antes que yo.

Marcho de frente, sin tomar atajos
para no escuchar la voz de falsas cimas,
ni saber de gargantas tupidas de raíces amargas,
ni del batir de alas de mariposas distantes
que provocan fiebres dolorosas al corazón.

Distribuyo horizontes en este mapa
y desde el mirador se dispersan las luces
espejeando tristes despedidas
de viejos caminos que hoy quedan atrás,
como el beso al aire de la soledad errante.

En este transitar de nuevas ideas
dejo que los pensamientos deambulen libres
y se aferren al viento, como hojas secas,
para desnudar la mente y encontrar voces justas
que devuelvan el equilibrio al alma.

Guardo en un aljibe de luz, al lado de mi memoria,
la ternura e integridad de un hogar lleno de calor,
el amor que otrora fuera mi dicha y mi todo,
y las ilusiones que le dieron color a mis horas,
para que sean siempre -todos- aurora de mis días.

Hoy, me detengo en un momento más de mi vida,
sin madrugar en decisiones, y me va mejor.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Perfección

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En la foto: mamá y yo.


¡Perfección!
Así es como me gusta llamarte,
así es como te ve mi inquieto corazón
cuando vienes a mí con tu rostro sereno
esbozando una sonrisa acogedora
y cuando entre abrazos y bendiciones
me devuelves la paz.

Te conozco, Perfección
desde el misterio adormecido de tu vientre,
pupila de sol dilatada
que abriga -hoy más que nunca-
con voz silente, mi opaca soledad,
así como la mañana cálida a la tenue neblina.

Te llamo Perfección
porque en el ocaso de tus ojos rutilantes
reposa la mansa caricia del amor,
y porque es en tus manos celestiales
donde nacen los sueños que quiero alcanzar.


Al hálito de mi alma: mi madre.
Con todo mi amor.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.


Claridad

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Río Dulce, Guatemala

Asomas lento por la ribera de la noche
plegando sueños en tu halo de crepúsculo matutino
y ocultándolos bajo los muelles de mi tristeza.

Yo, te espero como siempre,
paciente y sin prisas
entre los matorrales de mi soledad
para advertir tu roce de albor en mi alma,
para arroparme con tu soplo de luz
y sentir cómo respiras mi inquieto corazón,
para que recorras, silente y dócil,
los espacios cautivos de mi calma
y suspires en mis silencios,
para que te grabes en mis pupilas
como retrato de fotografía ambarina
y poderte así besar con mis párpados
tantas veces como pestañeo.

¡Ay, aurora mía!
¿Cómo llegó tu caricia a ser imagen viva en mi mente?
¿Cuándo empecé a codiciar ser canto en tu existencia?
Si consciente estoy que en esta distancia de voces,
soy menos que un eco en tu horizonte.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Ahora que la noche está tendida

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Ahora que la noche está tendida y tu forma perdura
en este acompañar y saber callar de piel,
tu boca, edén donde la fiebre es primavera,
graba en mi espalda besos de libélulas de fuego
que descorren con arrojo las aldabas del deseo.

Abalanzas tu cuerpo a la febril pasión
y se nos agitan cabriolas filosas en el vientre,
yo, que soy tuya, te transparento
en este sublime derrame de geografías
que expide aroma a sexo y floración.

Colmas mi vida, fruto rugoso,
con los jugos de tu abundancia,
y en el más puro de los temblores
nos hacemos cascada que anega
abismos que se incendian,
que se agrietan, y se calman.

Te asgo a mis brazos para que, rendido
entre blandas semillas,
escuches el latir excitado de mi pecho
y sepas es mi corazón quien te habla,
porque en este momento, de emoción celeste,
es cuando yo empiezo a amarte.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Paisaje

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Semuc Champey
(donde el río se hunde o desaparece)
Cobán, Alta Verapaz, Guatemala

Entre la ola crespa que se obstina
en abrazar lentamente la orilla
y blanquearla con su beso de espuma;

entre la inquietante presencia del ocaso
que serpentea en los caminos
depositando su voluntad de sombra sobre las rocas;

entre la brisa fresca que vuela en espiral
y obliga un momento al campo a quedar inmóvil
para ocupar cada rincón con su aliento a broza;

entre la noche que llena los silencios
con su murmullo de palomilla blanca
y baña los balcones con rayos de luna proyectada;

entre todos los paisajes más hermosos
hay uno que raya la perfección
¡Tú!
el que anida terrenos salvajes por descubrir,
el de prístina belleza,
el de perpetuas floraciones,
el de voces intactas
¡Tú!
el que asoma como suave aurora
inspirando la levedad de mi alma,
y se queda, como claridad de manantial,
a inundar cada una de mis hendiduras.
Tú, mi paisaje eterno, siempre serás tú.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Mi forma completa de amar

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Te amo
fino lenguaje arraigado,
en silencio,
como siempre,
más que antes.

Te amo, y sé que también me amas,
desde la calma,
como te gusta,
acunando la soledad de mi pecho
hasta disipar rancios temores.

Grande es mi espera,
pero mi entrega es mayor
y te pertenece,
al igual que mi fe,
mi pasión y fortaleza,
mi testimonio y voluntad.

Preciso de ti
como el artesano al barro tierno,
y éste, al fuego vivo para ser vasija;
toma mi vida y moldéala,
llénala de nuevo,
quiero ser primicia de tu inmenso amor.

Abrígame en tu paz reposada
como la noche al paisaje agreste,
como el perfume de las flores a la primavera,
como la neblina al sendero,
como el albor al bosque,
como la luz a la existencia.

¡Ámame!
en silencio y como siempre,
para amarte con mi alma,
con mis palabras, y sin ellas,
con la sencillez de mi corazón,
con lo que soy, y lo que espero,
con mi humilde beso…

Sé júbilo para mi espíritu,
promesa para mi esperanza;
ven y quédate, a cualquier tiempo,
yo sabré recibirte
como cada día,
como cada tarde,
cuando haga frío
o cuando llueva,
serás la estrella en mi camino,
mi forma completa de amar, Señor.

 A la fuerza divina que me sostiene: Dios.




© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Jugabas a ocultarte

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Jugabas a ocultarte en la floresta de la memoria
como elemento tormentoso entre indecibles brumas,
como sollozo expandido de hoja en hoja,
como sumiso bardo cantando silencios y llagas
en complicidad del distante follaje que escondía al sol
en las fisuras de la tarde por donde te fuiste.

¿Jugabas a ocultarte o a desaparecer?

Me alcanzó el enigma de tu afonía nocturna
y me envolvió en su plumaje de ave negra,
dejaste de ser luciérnaga tiritando entre las flores
para convertirte en imagen atrapada en un reflejo abisal.

Ahora, que te siento deslizar por mi espalda
como frío bostezo de viento,
sé bien que has ganado este juego de no estar.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
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