Para decir que te quiero

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No necesito escribir un poemario
para decir que te quiero
porque sobran las palabras
como sobran amaneceres por venir
y sitios,  y pensamientos
y circunstancias ilógicas.

Te quiero como se quiere a una tarde
a la lluvia imprevista
a la sonrisa de un niño
o a la vida misma,
por instinto, por costumbre
sin razón, sin argumentos,
sin motivos ni intención,
te quiero simplemente porque sí,
porque una parte de mi alma
ha decidido amarte hasta el fin.

Y es que de pronto te has convertido
en mi boca, en mi lengua, en mis manos,
en el aire que respiro,
en el alimento de mis huesos
y creo que somos dos convergiendo en uno,
que somos tiempo que pasa
y permanece intacto entre espacios abiertos
como el que mora entre valles y mesetas.

Tampoco necesito que digas nada
ni me des nada, amor mío
que yo sé tomarte del viento
escucharte en el silencio
y encontrarte al fondo de esta soledad
que ya te pertenece.

Para decir que te quiero no necesito palabras,
basta amarte con esta queda sencillez
con que se pierden las nubes en la noche
sabiendo que a su paso el amanecer llegará
y los amaneceres son muchos, y sobran
pero el nuestro sólo es uno, y nos ve.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Lujuria

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Libé la miel caliente y súbita
que eyacularon tus palabras
y se me escaparon los orgasmos
uno a uno
en explosiones agónicas.
Los suspiros olían a húmedas metáforas
y entonces cayó mi voz desmayada sobre mi lengua.

En esta noche de pudores y escalofrío
tengo ganas de hacerte mío.
El deseo atraviesa mi cuerpo cual astilla encendida
que arde como materia independiente
avivando inquietos espasmos bajo el vientre.

Estoy hambrienta por poseerte
sin ataduras, sin mordazas ni silencios,
enredarte en sábanas trasnochadas
y cegarme ante tu lozana desnudez;
perderme en la selva espesa de tu mirada
y ceder al arrobamiento palpitante
de sentirte crecer entre mis dedos.

Preciso asir tu cadera a mi sinuoso valle
para que atravieses su fronda oscura
con el ímpetu de tu erguida lascivia
y así redimir al deseo en sus incitantes relieves
y empaparnos en esta marejada lujuriosa
que confiere el éxtasis supremo
de entrelazar el alma
hasta alcanzar el color más intenso
que alumbra una nueva alborada.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.


En un espacio paralelo

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En algún punto del espacio
hay un universo paralelo
nombrado por nosotros mismos
donde habita mi corazón dentro del tuyo.

Un universo amurallado de besos
protegido por el arco de mis pechos
y la ternura imbatible de tus manos.

Un mundo sólo para los dos
en el que a las tres de la mañana
somos cualquier cosa:
tango y risas,
raíces y luna,
frío de enero y calor de hoguera,
noche y armonía.

¡Pero tú eres más que eso!
Eres lluvia, verano, otoño y primavera,
eres palabra inefable que canta al viento
estremeciendo caminos,
instinto voraz,
quieta locura,
la rosa de mis espinas…

Y yo,
yo sólo soy este amor que no se cansa de amarte.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Un lugar dentro de mí

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Hay dentro de mí un lugar
aislado
con una luna que riela en mis lagunas
y algunos delirios primarios y fútiles.
Un lugar lleno de voces
pero a la vez
de una irremediable soledad cotidiana.

En este lugar irrumpen a veces
pequeñas astillas de luz
que se traslucen por las rendijas del alma
y dan tanta calidez
como cuando penetras tú
con tu tibio aliento de brisa
y todo lo inundas
con un dulce aroma a canela y manzanas.

Y pienso que el lugar que llevo dentro de mí
es tuyo
es tu espacio que te espera intacto
colmado de este amor sencillo
que creció y se adhirió en mi corazón
como el musgo a la callada piedra.

Y es que amarte es ansia y privilegio.

Pero en noches como hoy
en que se ahoga la luna en tu silencio
se me hacen pueriles heridas en el pecho;
y mi corazón, que es un frío enemigo,
me trae tu recuerdo de golondrina,
de arroyo y de aurora
y todo lo que cabe de ti
se me escurre entre los brazos.

¿A quién le escribiré de amor si no te tengo?
Si estoy llena de soledades como antes
¡como siempre!
y a estas horas grises y últimas de la madrugada
el reloj marca de nuevo la hora
y sigo viva
sabiendo que tendré que arropar con palabras mi tristeza
a golpe de llanto y muerte
porque sin ti estoy perdida
como aquella estrella sola en la alborada
sin sueños
ni esperanzas.

Y pienso que afuera hay amor
y gente que se ama,
y nubes engarzadas,
y árboles asidos a la enramada,
y tibios polluelos bajo las aves;
y yo estoy sin ti
y solo puedo imaginar la distancia
entre tus labios y mi boca
y me pregunto:
¿A qué saben tus besos?
¿Qué murmuran tus manos y tu piel?

Y pienso
¿Por qué esta tristeza sigue llenando este lugar?
¿Por qué no vienes a mi larga soledad enmarañada de recuerdos?
Aún podemos zozobrar el uno con el otro
cansados de tanto amar,
porque aún me quedan muchas noches como esta
en que todo en mí es afonía
y solo la soledad escucha el desgarro de mi voz repetir
te amo.




© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Eres verso y melodía

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Azul de Humberto Castro


Eres verso azul
que viaja sutil por senderos de luz
entre vientos y brumas
sin compás
intempestivo
-cual llovizna de octubre-
dispersando sombras y ecos
en cada esquina de mi habitación
oreando lágrimas y suspiros
a ras de un temblor de labios.

Estás en todos los segundos de mi tiempo;
desde los minúsculos ruidos de la noche
hasta el finísimo rayo de sol
que despunta y sonroja la alborada.

Es tan callado el silencio
que he podido entre su rumor figurarte
y he visto a nuestras melancolías
volatilizarse al rodearnos en un abrazo.

Ahora sé que vives en mí,
en los arrebatos de mi cuerpo,
en los ímpetus de mi sangre
y en esa melodía lejana
que me hace desear hacerte el amor
tantas veces como te he hecho el olvido.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Pureza e ingenuidad

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Amor quimerista,
fúlgido delirio,
embeleso de mi existencia;
tal cual eres yo te siento habitar
en las regiones de mi ser
venciendo todas las reglas de la razón,
conteniendo y nutriendo mi universo,
dando bríos a este amor
que es fe, elevación y pureza
en cuyo poder se rehace mi fatigado espíritu.

Oh, ilusión luminosa, corazón de mi cuerpo
¡Cuánto te amo!

Imposible avivar una hoguera con nieve
o apagar este fuego en mi alma que por ti arde
y te llama, cada día, fervorosamente por tu nombre.

Te amo, cantor celeste
aun cuando estés lejos y seas todo ensueño y nostalgia.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
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