Cuando duermes

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"Psique viendo dormir a Eros"
de Nicolas de Courteille

La luna pinta horizontes escarlata sobre sábanas de seda,
rollizos querubines dormitan en tus párpados
al son de cítaras que emiten las cuerdas de tus pestañas;
rasguño el cáustico desvelo incitada por la curvatura de tus labios
y mi mirada surca sin rumbo el dulce éter de tu faz.

Urdes densos sueños en el telar de la noche,
sonríes dormido y trepida de ternura mi corazón,
bien sé, amor, que sueñas y vuelas cual grácil colibrí
y que cada aleteo es oráculo de felicidad,
siendo así sueña, ángel mío, yo velaré tu calma.

Cuando duermes, enmudecen y suspiran las estrellas,
el rocío se viste de crismas para colorear praderas al alba.
Asido a mi cuerpo, mis latidos –que son tuyos-
te arrullan con apacible canto de amor
y te venero al entender el tenue musitar de tu aliento.

No me hacen falta los ojos para verte,
te advierto desde el aroma a miel en tu cuello
y a través de la tibieza de tu cuerpo desnudo
al que estrecho en el halito de tu sumiso sueño
con mi pecho hilvanado a tu espalda.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Te viví

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No debiste haber llegado y lo hiciste,
inesperado, como copiosa lluvia en una tarde de marzo.
Nunca debieron cruzarse tus ojos con los míos
y lo hicieron en un silente palpitar de tiempo.

Y te encontré.

Sin pensarlo, sin planearlo, sin sentirlo.
Intuí serías vos la última gota de sereno
que vendría a reverdecerme el alma
librándome de horas insomnes, vacías y necias.

Todo en torno mío pasó a ser parte de tu ser:
el sol, el viento, la lluvia, la niebla, los árboles,
la mariposa que vuela sin rumbo,
el canto melancólico del grillo,
la luna en todas sus fases, mis ingenuos latidos... ¡Todo!
Eras el cosmos resumido a lo ancho y largo de tu mirar.

Y te viví.

En viva piel, en sueños y pesadillas,
al alba y al ocaso,
en mi pequeño mundo, sigiloso y solitario,
convirtiéndote en diestro alquimista
capaz de transformar lágrimas en sonrisas.

Así intensamente, por primera  –única y última-  vez
me cegué sin quererlo.

Y ahora, me alejo.

Es momento de abrir los ojos,
sellar labios,
taponar venas,
cicatrizar heridas,
palidecer madrugadas,
e incinerar sueños.

Ahora sólo pido me devuelvas la razón
mi soledad y silencios,
así, íntegros como te los llevaste
una inesperada tarde lluviosa de marzo.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados

Ilusa paloma

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Remontaste tus alas entre vientos de ilusión,
creíste un día su corazón tu nido sería
¡Oh ilusa mía! una paloma y un águila
jamás en tálamo de pasión morarían
¡Qué lejos ansiaste volar!

La realidad te condenó al confín de la soledad,
tú, que vivías por ese amor, ahora mueres.
Retorna devastada a tu palacete de pino seco,
arráncate las alas en la hora agria del crepúsculo
y acurrúcate a sollozar en el seno del silencio.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Quimeras

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Bajo tu cuello de ángel desgajan latidos hialinas quimeras
y adivino tu florido desnudo, donde asoma a pulso
la luna llena en tus ojos, le avisto
desde el claro de luz en tus pestañas.

Trémulos suspiros cuelgan como zarzas de tu boca
y forman eslabones con tus besos dentellados
aprisionando mi alma a la tuya,
un trinar de calandrias vaga las colinas de tu mórbido paisaje.

Antípodas caricias descienden la cordillera de tus muslos
do ávida mi lengua aviva cadenciosos espasmos,
mis yemas dibujan las sombras de tus vertientes silvestres
y en mi pradera se abren las flores al roce de tus manos.

Presiento tu arcano de piedra en vilo,
se abre paso entre valles con aroma a lirios y riachuelo
impregnando mi tierra con tus mieles
en cuyo dulzor, germinará tu propia semilla.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

¿Alguien ha visto a Cupido?

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"Mujer joven defendiéndose de Eros"
de William Bouguereau

Es imperativo que le encuentre,
debo reprocharle su infame avería
pues cada vez que me atina un flechazo
me aleja del cielo y al infierno me confina.

Habiendo tantos corazones anhelantes de amor
se empeña en tomar el mío
para su práctica de tiro al blanco,
¡es un despiadado que disfruta su retozo¡

El veneno amargo de sus saetas
causa a mi alma dolor y hastío,
oprime mi pecho y lo vuelve caprichoso,
me mareo en este laberinto de ansias.

De su aljaba sacaré sus flechas malditas
y las destruiré -incluso, la que atraviesa mi corazón-
así evitaré que alguna alcance
a aquel de quien me ha enamorado.

Antes de exiliarlo le arrancaré una pluma,
con ella escribiré sobre mi piel el nombre del amor mío,
con la tinta de lágrimas frías que gotean
de las grietas enmohecidas de mi tristeza.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Desazones de Año Nuevo

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A paso lento, por el andén de un año que se consume
avanza, entre cánticos solemnes, un moribundo lapso,
ebrio de nostalgias, ausencias y desazones
arrulla entre sus manecillas oxidadas,
agónicas horas, que perecen por fríos silencios.

El recuerdo levanta su copa y brinda
con cada campanada, despidiendo la Noche Vieja,
ahoga sus penas tirado en una oscura cuneta
-deseando olvidar-
como muchos que llevan el alma herida.

Al repicar las doce el Año Nuevo arriba
trayendo su racimo de dolor y consuelo;
ángeles curiosos espían desde las nubes
escuchando miles de plegarias renovadas
que por fe, muchos ofrecen al cielo.

¡Cuántos rezos! ¡Cuántos deseos!
Si tan sólo se pudiera convertir en oro
los sueños de latón de aquellos
que viven carente de todo,
la despedida del año sería una ceremonia justa,
cada ser lleno de júbilo alzaría su copa
brindando por la genuina felicidad.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Céfiros de luz

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Dicen que la Piedra de Bolonia
luego de calcinada y expuesta al sol absorbe los rayos
y puede al punto iluminar en las sombras.
Entonces,
me hago la idea que apacibles céfiros rozan tus labios,
y tras desplazarse en espirales ráfagas,
cual esponjas de luz,
vienen empapados de ti a posarse sobre los míos
convirtiendo todo en sagrado y perfecto.
Me rocían con tu albor de primavera
y dejan el aroma a verso, flores y olivos,
a ternura, melancolía y lágrimas
que emana de la solapa de tu abrigo.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Un beso de muérdago

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Llega diciembre y al común sentido lo releva un sinsentido,
y no incide dolor, sólo florece un beso en el muérdago
que pende del umbral de la puerta;
de nuevo la añoranza trasciende a la añoranza.

Nada en este mundo libera al corazón
de la excitación que le aprisiona,
si todo pensamiento trae el aroma de su ausencia
¿qué hacer para no extrañarle especialmente en esta época?

La muerte no impone barreras al amor,
aquel ser que amamos y emigró a su remanso de paz,
se convierte en verso sublime del alma
y  renace desde la celestial dulzura del sentimiento.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Enredaderas de pasión

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Presiento el amor cabalgar a galope por mis venas
cuando mis piernas colindan con tu cintura
y hacemos danzar al deseo entre centellas púrpuras
que estallan en la piel al roce de nuestras yemas.

Tus labios hundidos en mi vientre
incitan alfileres en vértigo divino
adheridos a histéricos espasmos
que cuelgan al filo de nuestros ombligos

dejando todo en penumbras.

Artera mi lengua se aferra al dorado lúbrico de tu arcano en vilo

y tus gemidos se acomodan a un costado de mis ingles.
Mueres prisionero al calor de mis entrañas
mientras yo resucito en tu manantial de espuma.

Brotan enredaderas de pasión en mi pecho
que se ligan a tu espalda y enajenan al vapor de tu cuerpo
meciéndose en un sublime y eterno abrazo.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Remolinos de ilusión

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Qué fácil es enamorarse cuando el corazón cree haber encontrado afinidad en otros latidos. Todo tiene una mejor razón de ser en derredor, los colores y la luz asumen nuevos brillos.


Pronto viene a ti el aroma perenne de las rosas en primavera y el bullicio de las aves al amanecer se torna en dulce melodía -a toda hora-, hasta el sonido que producen las hojas secas arrastradas por el viento te seduce... Y aquella canción, a la que apenas prestabas atención, luego de dedicártela, pasa a convertirse en himno de amor e invade todos tus silencios.


Veneras su nombre, aliento y sombra, cada caricia perpetrada, cada beso robado, el exquisito aroma de su piel, su tersura, tibieza y firmeza, la seda de sus cabellos que se enredan entre tus dedos, su cándida sonrisa que confundes con el crepúsculo y hace estremecer los pliegues de tu piel.


Los vientos cálidos y húmedos del sur despliegan las velas de la pasión, haciendo que caigamos en un estado gravitatorio con sólo escuchar su voz. Pero es al momento de tomar su mano entre la tuya que se paraliza el tiempo; a su vera, te pierdes en los atajos de su mirada y levitas en medio de un remolino de ilusión.





© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Quedito, muy quedito

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Quedito
y a media luz, pronuncias mi nombre,
un cálido rumor recorre
la estepa de mi piel
cual viento rozando broza.


Quedito,
tu voz estimula mi alma
en apacible canto de amor
que calma -como rezo de salvación-
la voraz marea de mi tristeza.


Quedito,
tu risa cala mis sentidos
y cual mariposa ciega
tropieza al vuelo
en las paredes de mi corazón.


De tus labios rezuma
almíbar de durazno maduro,
elixir mágico que torna los besos
en dulce trinar de ave
que suena en el ocaso, quedito.


A tus manos pertenece
el sendero inmóvil de mi cuerpo,
cada uña tuya dibuja
mi silueta en la neblina
arrancando un gemido, quedito.


Bajo el seno oscuro de esta noche
escribiré un madrigal en tu pecho
y a la hora en que el sereno
habla a las flores
lo recitaré en tus labios, quedito, muy quedito.





© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Dime

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¿Dime por qué
este amor se adueñó del tiempo,
haciendo eterno el silencio,
para amarnos tú y yo?

Dime qué pasaría
si mis huellas se afanaran a las tuyas
persiguiendo mariposas errantes al viento;
si entre quimeras escuches mi voz decir te amo
y sepas que tus besos son lo único que quiero.

Dime amor, cómo sería
descubrir el secreto que esconde tu misterio
o juntar la salitre de nuestros mares,
despojarnos de este ropaje de fiebre asfixiante
y recorrer el grave paisaje de tu paraíso boscoso.

Dime vida mía, qué gano
con bordar amaneceres en tu regazo
o dibujar tu imagen en mis entrañas
mientras domino estrepitosos espasmos
que humedecen pantanos edénicos.

Entrégate sin titubeos, pleno,
déjate seducir por mis caricias imantadas
ríndete a esta salvaje pureza
desvariada, brutalizada, enviciada
que alimenta, sorbe y devora
la pasión que otrora, atizaste en mí. 



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Utopía

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Tímido preguntas ¿por quién vive mi corazón?
has de saber, vida mía, que late por inercia
pues muere despacio por un majestuoso ser alado
que en un parpadear de tiempo
se adueñó de mi pensamiento
y secuestró mi aliento con sus palabras sin voz.

Eres tú, mi ensueño -sempiterno e inalcanzable-
mi apacible suspiro,
mi amor utópico;
aspirar a tus labios es como querer danzar en Plutón
o besar su satélite, Caronte.




© Lissette Flores López. Derechos reservados.

Te amo detrás de cada palabra

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Ha de existir una manera para decir te amo, sin revelarlo
y que sepas que al decirte:
ave
mariposa
viento
nube
rocío
flor
poesía
mi alma articula un te amo.


Cómo no amarte si estás en mí y en todo lo que me rodea;
en los acelerados latidos de mi corazón,
en el sutil trinar del jilguero,
en la luna donde me quedo dormida al anochecer,
en el alba, en la lluvia y en la tempestad,
en el vaivén de las olas del mar
y en cada caracola que al aproximarla a mi oído susurra tu nombre.


He de seguir diciéndote palabras hasta que descifres que cada una es un te amo que murmuro a tus labios:
hada
hoja
piedra
abismo
suspiro
lágrima…


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.


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