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Qué fácil es enamorarse cuando el corazón cree haber encontrado afinidad en otros latidos. Todo tiene una mejor razón de ser en derredor, los colores y la luz asumen nuevos brillos.
Pronto viene a ti el aroma perenne de las rosas en primavera y el bullicio de las aves al amanecer se torna en dulce melodía -a toda hora-, hasta el sonido que producen las hojas secas arrastradas por el viento te seduce... Y aquella canción, a la que apenas prestabas atención, luego de dedicártela, pasa a convertirse en himno de amor e invade todos tus silencios.
Veneras su nombre, aliento y sombra, cada caricia perpetrada, cada beso robado, el exquisito aroma de su piel, su tersura, tibieza y firmeza, la seda de sus cabellos que se enredan entre tus dedos, su cándida sonrisa que confundes con el crepúsculo y hace estremecer los pliegues de tu piel.
Los vientos cálidos y húmedos del sur despliegan las velas de la pasión, haciendo que caigamos en un estado gravitatorio con sólo escuchar su voz. Pero es al momento de tomar su mano entre la tuya que se paraliza el tiempo; a su vera, te pierdes en los atajos de su mirada y levitas en medio de un remolino de ilusión.
Pronto viene a ti el aroma perenne de las rosas en primavera y el bullicio de las aves al amanecer se torna en dulce melodía -a toda hora-, hasta el sonido que producen las hojas secas arrastradas por el viento te seduce... Y aquella canción, a la que apenas prestabas atención, luego de dedicártela, pasa a convertirse en himno de amor e invade todos tus silencios.
Veneras su nombre, aliento y sombra, cada caricia perpetrada, cada beso robado, el exquisito aroma de su piel, su tersura, tibieza y firmeza, la seda de sus cabellos que se enredan entre tus dedos, su cándida sonrisa que confundes con el crepúsculo y hace estremecer los pliegues de tu piel.
Los vientos cálidos y húmedos del sur despliegan las velas de la pasión, haciendo que caigamos en un estado gravitatorio con sólo escuchar su voz. Pero es al momento de tomar su mano entre la tuya que se paraliza el tiempo; a su vera, te pierdes en los atajos de su mirada y levitas en medio de un remolino de ilusión.
© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
2 comentarios:
Maravilloso ese remolino de ilusión. Veo que estás probando con la prosa poética, y a juzgar por lo que acabo de leer, no se te da nada mal. Hay un fragmento que me ha encantado, y que además tiene mucho que ver con la imagen que acompaña al texto: "hasta el sonido que producen las hojas secas arrastradas por el viento te seduce". Además de escribir bien, tienes buen gusto para las imágenes. También quiero destacar la originalidad de la expresión "perpetrar caricias".
Un fuerte abrazo, Liz.
Esa línea en particular me gustó mucho también y es que es verdad, o al menos a mí me sucede, al escuchar el arrastre de las hojas sobre el suelo, una sensación muy rica recorre mi ser, da cierto placer y una especie de paz me viene luego del silencio del viento.
Gracias por tus estimulantes palabras, Óscar, las aprecio de corazón.
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