Desazones de Año Nuevo


A paso lento, por el andén de un año que se consume
avanza, entre cánticos solemnes, un moribundo lapso,
ebrio de nostalgias, ausencias y desazones
arrulla entre sus manecillas oxidadas,
agónicas horas, que perecen por fríos silencios.

El recuerdo levanta su copa y brinda
con cada campanada, despidiendo la Noche Vieja,
ahoga sus penas tirado en una oscura cuneta
-deseando olvidar-
como muchos que llevan el alma herida.

Al repicar las doce el Año Nuevo arriba
trayendo su racimo de dolor y consuelo;
ángeles curiosos espían desde las nubes
escuchando miles de plegarias renovadas
que por fe, muchos ofrecen al cielo.

¡Cuántos rezos! ¡Cuántos deseos!
Si tan sólo se pudiera convertir en oro
los sueños de latón de aquellos
que viven carente de todo,
la despedida del año sería una ceremonia justa,
cada ser lleno de júbilo alzaría su copa
brindando por la genuina felicidad.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

3 comentarios:

Óscar dijo...

Te has adelantado unos días a la Nochevieja, que no podría ser más vieja, por vista y repetida. Cada año es lo mismo, la misma felicidad de postín, el mismo júbilo hipócrita, los mismos buenos deseos que sólo se quedan en eso, en deseos. La justicia es un término incompatible con la vida.

Aunque pudiéramos brindar con una copa de agua del Leteo, yo no lo haría, porque sin recuerdos, ¿qué somos?

Un fuerte abrazo, Liz.

Ramón María dijo...

A mí termina por agobiarme tanta falsa felicidad, en fín es lo que hay.


Muxus

Marisol dijo...

No sé si exista la felicidad genuina, y es que no podemos ser felices por completo cuando algo nos falta, cuando alguien nos falta.
La vida está llena de desazones y cuitas a las que se nos obliga sobrevivir, pero siempre nos queda la esperanza.
Me gustó mucho la redacción de este poema tan descriptivo.
Mis mejores deseos, no por año nuevo, sino más bien siempre.
Un abrazo, mi apreciada amiga.

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