Llegó el día en que el último suspiro había cumplido su condena. Empero no era su libertad la que alcanzaba, sino su muerte. Se resistía a salir de esa celda de sombras que lo acogía apócrifamente. Aún así, expulsado fue. Desde entonces aquella cárcel fría quedó con un sólo inquilino; su sentencia era más cruel, pero éste no tenía ánimos de fuga.
© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
9 comentarios:
Cuesta imaginarlo, pero las cárceles también pueden ser poéticas.
Un abrazo, Liz.
Liz, me gusta. Cortito y al pié.
Quítame la duda: ¿quién es, ahora, ese solitario inquilino?
Un abrazo.
Many, ese solitario inquilino es el corazón, la penitenciaría que recluye suspiros.
Gracias a ambos por dejar su huellita en este micro. Muchos besos y abrazos a cada uno.
Me lo imaginaba (pero dudé), qué tonto soy...
Abrazos.
No, no digas eso, por favor.
Un abrazo, Many.
Qué capacidad de síntesis, Liz. He quedado sobrecogida con el micro relato.
Un gran abrazo.
Bellos Liz, habia pasado algun tiempo sin visitarte, pero aqui estoy de vuelta...
Un abrazo querida Liz
JALE
Marisol, intento de microrelatos es, aunque me ha gustado como quedó, sé que en un futuro manejaré mejor la técnica. Un amigo me enseña, no veas, en una línea dice tanto, es un apasionado del microrelato. Gracias por tu comentario. Besos.
Hola Jairo, si que ha pasado tiempo, yo tampoco había ido a tu blog pero ya me pasearé por tus cartitas de amor. Un gusto verte de nuevo por acá. Abrazos y que estés muy bien.
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