Tenían tus besos sabor a menta

Qué saben en este mundo de locos violentos, de locos fantásticos y de locos que como yo, nos cuesta tanto fingir que somos cuerdos. Qué saben lo que es caminar de la mano de la vida, sin alma, sin corazón. Qué saben del amor inmortal, de las lágrimas surcando la oscuridad de la noche, de los barriletes que se elevaron al cielo y se quedaron allí…

  A: M. J.
Eternamente tierra, árbol, lluvia, viento, Luna... vos.

Tenían tus besos sabor a menta fresca recién rociada por la lluvia. Tu saliva era exquisita infusión que cubría mi cuerpo y que al evaporarse al calor de tu piel, despertaba mis sentidos como estimulante aromaterapia. Solo vos sabías que la noche alcanzaba su forma exacta cuando rebautizábamos nuestros cuerpos y yo ideaba un nuevo nombre para tu espalda, tu pecho, tus besos, el alba...

¿Qué será de nuestro ardor, sudor y saliva? me decías sujetándome fuerte contra tu pecho. Posiblemente un niño bendito por Dios, o una estrella fugaz, o quizá un pequeño barrilete enredado en una nube; te respondía, buscando tus labios a la luz de tus ojos.

Suenan tan vivas nuestras conversaciones, pero están tan llenas de marchitos sueños.  ¿Te acordás? vos concluirías la universidad e irías a trabajar a la televisora; yo escribiría poemas y cuentos infantiles. Viviríamos en un cuartito en el último piso del cielo, tendríamos un jardín de coloridas hierberas que atraerían mariposas y colibríes. No pagaríamos luz porque la luna iluminaría nuestras horas, nuestras noches, nuestras vidas.

Cómo quisiera volver aquel zaguán donde te leí un poema escrito en una servilleta de papel. Besarte y descubrir que todavía seguís teniendo sabor a menta. Olvidar que la vida te arrancó de mi lado como hoja seca al viento, y que yo soñaba con vivir eternamente enamorada adentro de vos, que sería la mujer más llena de vida, la más feliz, si no del mundo, al menos del Barrio de la Recolección.

Ahora soy sin caer en cuenta, apenas un recuerdo de lo que un día soñamos ser.

Por eso en noches como esta, cuando siento que la vida cada vez pesa más, corro a esconderme tras tu recuerdo y te busco inútilmente, sabiendo que nunca más volveré a encontrar tan dulce y divino sabor, como el de la menta fresca en tus labios.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

7 comentarios:

Ramón María dijo...

Que belleza.


Muxus

Óscar dijo...

Es triste cuando una persona tan querida, al morir, se convierte en recuerdo. Hace tiempo que lucho contra eso, aunque sé que es una batalla perdida. No obstante, en tanto le escribas, no habrá desaparecido del todo. Hay mucha ternura en estas memorias, como en el siguiente fragmento: "No pagaríamos luz porque la luna iluminaría nuestras horas, nuestras noches, nuestras vidas".

Un fuerte abrazo, Liz. Estamos unidos por la tragedia.

GOGO dijo...

la muerte no es tan fuertee..nadie muere del todoo cuando nuestro corazon lo mantiene en sus latidos..

lujito leertee..!!

mi cariño entregado en manoo..!!

Isabel Moncayo Moreno dijo...

Ay Liz, me has dejado con un nudo en la garganta, con cuánta ternura has escrito sobre estos recuerdos con sabor a menta, me ha gustado mucho la frase de rebautizar los cuerpos y poner nombres nuevos a su espalda.

Hoy te voy a dejar montones de besos, y un abrazo muy muy fuerte.

Jairo Andres Loaiza-Espinoza dijo...

A veces cuando el mundo parece dejarme a un lado, acudo aquel recuerdo, y añoro el tiempo aquel cuando el mundo giraba al son de lo que ayer no era recuerdo y hoy lo es….. pero al mismo segundo que recuerdo entiendo que el pasado marco mi vida pero dedo ir en búsqueda de un presente perfecto con quien bailar y el mundo nos acompañe….

Besos.

JALE

Marisol dijo...

Ay, Liz, me he estremecido al leerte, y me está costando escribir ahora, porque el dolor transmite es desolador.
Las palabras fluyen con veracidad y sin necesidad de adornos más allá de los que afloran al evocar esos recuerdos.
La vida parece pesar más cada minuto, cuánta certeza tienen tus palabras.
Esos sueños que tuviste, tan llenos de luz, que luego se sumen en la más profunda oscuridad, esa ternura infinita con la que describes el amor, que no cabe en tanto dolor que supone una partida.
Cuánto lo siento.
Te envío un abrazo gigante, Liz. Que estés bien.

Jairo Andres Loaiza-Espinoza dijo...

Liz, paso de vuelta a decirte que espero que tengas un excelente fin de semana....

un abrazo grande...

JALE

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