La paz en tus alas redentoras



Rememoro tu imagen, y se me enfrían las ideas, exhalo vahos de caminatas en invierno que quedaron bajo mis pies, como la luna que pisamos sobre las baldosas mojadas una noche de octubre, cuando entre tus brazos, la vida, me sabía a gloria.

No importa el tono en que vengas a mi mente, da igual si es blanco y negro o a color, tu imagen sigue intacta –sigues bello- como si el tiempo hubiera pasado de lado sin haber opacado la luz de tus ojos, ni labrado estrías de dolor y soledad en mi nuca.

Sonríes, y en el piso se agregan diapositivas de momentos inolvidables que gritan con eco mudo desde portales lejanos, recapitulando pequeños detalles, palabras y gestos que el olvido ha querido volatilizar, pero que el susurro de tu voz de brisa se encarga siempre de que fluyan en esta realidad a la que me acomodo cada vez con escasa resignación.

Parpadeo, y noto de nuevo el techo blanco de la habitación, veo tu medallita –la que beso cada mañana cual si fuera tu boca santa- colgar inerte sobre el cuadro de la Milagrosa. Torpes pasos me llevan frente al espejo y mis ojos se hunden en su reflejo inundado de lágrimas. En el umbral de unos labios amoratados por el gélido silencio se ahoga la esperanza. Los pensamientos, el aliento, las ganas de seguir, se entierran como cabeza de avestruz en la sombra de tu ausencia.

Me siento a la orilla de un río de tristeza y su corriente me arrastra a un infinito desolador, pero me queda la sensación de que no estoy sola, de que nunca lo estaré. Por mucho, seguirás siendo el Todo que llene mi ser y mente cuando éstos se queden en blanco; y sé que serás tú quien cristalice con besos mis lágrimas, el día que cansada de fingir que vivo, me suma en un sueño que acabe con este agotamiento de alma. Tu luz me dará esa paz que busco y que encontraré al escuchar el batir de tus alas redentoras; y conoceré el aroma a Dios en tus cabellos. Me entregaré entonces a tus manos de ángel y volaremos, sino a otra vida, a otra muerte, pero eternamente juntos.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

4 comentarios:

Liz Flores dijo...

Con todo el respeto y cariño que se merecen, y que saben que les tengo, les agradezco con el corazón la lectura a esta entrada, pero les ruego omitir su comentario, sólo por esta vez, por favor. Muchas gracias.

FABIA dijo...

Besinos, mil.

Ramón María dijo...

Muxus

Anónimo dijo...

Sin comentarios.

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