cada vez que le roza con su caricia de espuma
y le susurra resonancias líquidas
en su lenguaje de acantilado.
Que a expensas de su rugir azul
confunde ella el albor y las nubes,
las dudas dunas y las sombras,
los sueños y las gaviotas.
Que aguarda febril cada ola en su vaivén
para bañar sus ansias en miel salobre,
para descorrer silencios y ausencias
y redescubrir los esplendores de la vida
en su inmensa mirada verde.
Que a cada gramo de arena
le ha grabado su eterno nombre
con el alfabeto negro de la noche,
y que le ama,
como ama el oscuro misterio
sus albos reflejos a plena luz.
© Lissette Flores López. Derechos Reservados.