Amanece entre tu cuerpo y la lluvia

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Anoche,
con la llovizna que caía sobre Antigua
te amé,
incluso, te soñé sin conocerte;
eras ave de lluvia
amparado en la enramada de mis brazos,
y yo, partícula de fuego
diluida entre tu cuerpo y un turbión de miradas.

Amanece.
Te llamo en silencio
con la pasión eterna del bosque al invierno,
y la inquietud de la distancia a una estrella.

El viento arrastra tu nombre
al dintel de mi alma,
flota en mi pecho
como embrujo dormido de aurora,
serpentea por mi piel
como gotas de rocío en el cristal.

Amanece esta tarde de nubes grises
y llueven tus palabras de azul ternura
llenando un vacío de luz
con aroma a jazmín macerado
que desliza sus enigmas
en medio de la niebla de febrero.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Antes de que despierte

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Quiero a orillas de tu río de soledad
hablar del verano y las gaviotas,
del brillo albino de la luna sobre los pinabetes,
de la noche que moja su melancolía
en una ribera de estrellas ahumadas
y de la mañana que siembra nuevos besos
que germinan, una tarde de enero,
bajo las ramas del sauce llorón.

Hablar de tanto y todo.

De nuestro pequeño mundo
donde el sol se dora en tus mejillas
y yo le beso, tierna,
despacio,
como la aurora al trigal.

Que en mi corazón el amor dibujó su esperanza
y se parece a tu alma.
De que te amaré, hoy y siempre.

Hablar de tanto y nada.

Del deseo de liberarte, hacedor de sueños,
y vueles allá donde va la fantasía
en busca de fraguas de libertad,
para que te formes, en sigilosa inquietud,
eterno, y  real.

Y que al filo de una caricia
digas que compartirás conmigo un amor para toda la vida.
Dímelo, bien mío, ahora,
antes que despierte
y tu cuerpo vuelva a ser sombra entre mis brazos.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Mis ojos buscan en cada letra, tu voz

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"Mujer leyendo" de Renoir

(Veinte Cartas)

A orillas del silencio
logran mis ojos palpar
el supremo aliento de tus palabras;
éstas hacen dilatar mis pupilas
por la arista más honda de tu arcano
-sueño y abismo-
donde la aurora asoma lento
incinerando voz y labios.

Tus cartas en los lienzos de mi mente
son óleos de sempiterna belleza
que en inermes horas de noches umbrías,
dibujadas con celestial y dulce idioma,
hacen te sienta más mío que mi cuerpo.

Tus frases, flores puras y divinas,
hablan de tu vida, amor y fantasía,
yo, absorta, loca enternecida
imagino estar bajo tu cielo
y besar, con insensata pasión,
tus ojos, tus manos y tu boca.

Colman mis oídos tus pensamientos
y a mis sentidos hacen temblar
dulcificando la soledad de las horas,
llevándome a un mundo fascinante
que acorta distancias por la ruta del deseo.

Una vez y otra volveré a leer tus cartas
para sentir tu etérea presencia,
y mientras mis ojos buscan tu voz en cada letra
mi voz infractora robará tus palabras
para restañar las grietas de mi tristeza
con tu imagen en forma de lenguaje.

El luminoso palpitar de un suspiro
musita a mi alma lo que tú escribes
y cada poro de mi piel
responde a la influencia de tu nombre.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
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