Tú, que avivas la fragua de vida
con tus piélagos de luz,
alarga esta realidad suprema
con tus besos de orquídea
y desenreda en mi boca la telaraña
que asfixia versos que desean resurgir
y grabarse en tu piel de numen.
Al soslayo de la luna
te ofrendo, mi bien,
un cosmos líquido
creado con cristalinas lágrimas
que brotan en lenta palpitación
de mi corazón cautivo del tuyo.
Celeste sensación, azul melodía
tus ojos, la noche, tu voz,
tus labios susurrándole a los míos
nuevas caricias de amor.
¡Divina calma!
cuando mis manos te alcanzan
y mis brazos te estrechan
tu alma de cristal ilumina el cielo
y mil hados se abisman en tu pureza infinita.
© Lissette Flores López. Derechos Reservados.