Al calor de tu voz

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“Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar.”
Antonio Machado en “Anoche cuando dormía”



Acaríciame con la abundancia tierna de tu voz,
lléname el alma con los pétalos deshojados de tus labios
al pronunciar mi nombre al ras de mi boca,
hazme creer que tu voz
es el ronco susurro del viento rozando al trigal,
o el aleteo de luciérnagas fugitivas
que danzan un ritual de amor a la luz de la luna.

Dile a mi corazón que le quieres con melodioso ritmo,
como lo hacen las gotas de lluvia a los cafetales
una fría mañana de invierno.

Rompe la afonía de las horas con la fe de tus palabras
igual que el ajetreo sordo del trueno
que atiza los sentidos de la tierra árida
en espera que el cielo penetre sus entrañas con su manto húmedo
y le haga reverdecer al despertar en primavera.

Musítame versos de amor al calor de tu voz
entre la bruma espesa de tu aliento
y así como el cenzontle enamorado canta a los rayos del sol
dime que me quieres una vez más
y posa tus besos sobre mis párpados,
sólo no permitas amor, que despierte de este apacible sueño.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Marzo

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Trae marzo aroma a recuerdos violáceos que oscilan de trémulas lágrimas en las roídas ramas de la memoria, y que a la más leve brisa de silencios se precipitan al suelo formando espesas alfombras, así como las jacarandas que cubren aquellas calles del boulevard, tan llenas de vida ayer, cenizas y mudas hoy.

Viene reanudando miradas anhelantes que traspasan empañados ventanales en busca de un peregrino vaho de ilusión por donde se ha de perder un instante el instinto, ebrio de falsas esperanzas, creyéndose que el viento caprichoso entre el jardín se transfigurará en esa silueta etérea que ronda constante en horas afónicas.

Vuelve marzo y sus murmullos de fotografías en sepia extendiéndose a paso lento ante los ojos, concitando la cansada paz de las pupilas. Regresa con sus días sobrados de soles y cortos de lunas; con sus auroras frías, tardes sofocantes y secas, crepúsculos prolongados y noches tristes llenas de pecas blancas que elevan la soledad del alma.

Llega tragándose famélico las hojas del calendario, pero siempre dejando una, la más dolorosa, la que permanece indeleble en su imperecedero transitar...

Transcurre desafiando minuto a minuto la libertad de las aves  y haciendo anhelar como nunca la sublevación de un par de alas.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Cómo decir que te quiero

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Quiero decir que te quiero y no puedo,
quizá porque sobran las palabras
o porque amarte es yerro y castigo.

Invadiste mi pensamiento con tu calma perfecta,
nada pude hacer para impedirlo;
ahora, mis noches fuscas y plenas son tuyas
y las estrellas con las que sueño
y la luna mía enamorada
y mis horas con cada segundo amándote
y mis sueños inmortales, necios y cíclicos
y mis profundos silencios.

Eres milagro convertido en tiempo
que logra hacer caminar para atrás al reloj.

Quiero decir que te quiero, sin decirlo,
seguiré bajando las voces al fondo de mi alma
y estiraré mis dedos intangibles para llegar a ti.

Esta noche los nardos espían la intimidad de mi deseo
y quiero decir que te quiero y la razón me frena,
sólo escucho el eco de mi voz repetir tu nombre.

Cómo decir que te quiero
cuando estás lejos y parece que no existes,
pero somos infinitamente reales y distantes
como el cielo y el mar.

Quiero decir que te quiero y no lo digo,
no sabrás lo viva que me siento cuando te pienso,
ni que eres fuego vivo en mi piel,
ni que te niego con plena firmeza
porque a decir te quiero, no me atrevo.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Exilio voluntario

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Fui aquella que se perdió en una dimensión celeste
de versos y sentimientos.

Ingenuamente se pronunció mi interior
y el bochorno estancó mi mente al alba.

Amordacé mi querer tras la sombra de la utopía,
ahora soy la nada desengañada
que enmudeció al esparcirse la niebla.

He de buscar dónde se asila mi alma
pues declaró a mi pecho su exilio voluntario.

Padezco desnuda de fe esta metamorfosis,
esperaré en silencio un nuevo par de frágiles alas.




© Lissette Flores López. Derechos Reservados

Serenata en Noviembre

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"Serenata de Amor" Pintora: Marlina Vera


Acordes de guitarras y violín
trepan por la buganvilia en seductora trova
musitando al viento versos de amor.

Serenata en calle antañona de piedras cromadas
por los rayos de la gardenia de plata,
pregonas promesas en vendavales de pasión.

Brillan las estrellas en la oscuridad del cielo
y en las tímidas pupilas tras blancos barrotes torneados;
afuera, un corazón se estremece excitado.

Duerme sumiso un deseo entre candilejas
bajo el umbral de labios carmesí -remanso de suspiros-
despierta en tu boca y se ampara en tus besos.

Noche de noviembre rompes en sutil ritmo
imperceptible al grito sempiterno del alma,
presagias al alba delirios de sábanas blancas.



© Lissette Flores López. Derechos reservados.

Tenían tus besos sabor a menta

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Qué saben en este mundo de locos violentos, de locos fantásticos y de locos que como yo, nos cuesta tanto fingir que somos cuerdos. Qué saben lo que es caminar de la mano de la vida, sin alma, sin corazón. Qué saben del amor inmortal, de las lágrimas surcando la oscuridad de la noche, de los barriletes que se elevaron al cielo y se quedaron allí…

  A: M. J.
Eternamente tierra, árbol, lluvia, viento, Luna... vos.

Tenían tus besos sabor a menta fresca recién rociada por la lluvia. Tu saliva era exquisita infusión que cubría mi cuerpo y que al evaporarse al calor de tu piel, despertaba mis sentidos como estimulante aromaterapia. Solo vos sabías que la noche alcanzaba su forma exacta cuando rebautizábamos nuestros cuerpos y yo ideaba un nuevo nombre para tu espalda, tu pecho, tus besos, el alba...

¿Qué será de nuestro ardor, sudor y saliva? me decías sujetándome fuerte contra tu pecho. Posiblemente un niño bendito por Dios, o una estrella fugaz, o quizá un pequeño barrilete enredado en una nube; te respondía, buscando tus labios a la luz de tus ojos.

Suenan tan vivas nuestras conversaciones, pero están tan llenas de marchitos sueños.  ¿Te acordás? vos concluirías la universidad e irías a trabajar a la televisora; yo escribiría poemas y cuentos infantiles. Viviríamos en un cuartito en el último piso del cielo, tendríamos un jardín de coloridas hierberas que atraerían mariposas y colibríes. No pagaríamos luz porque la luna iluminaría nuestras horas, nuestras noches, nuestras vidas.

Cómo quisiera volver aquel zaguán donde te leí un poema escrito en una servilleta de papel. Besarte y descubrir que todavía seguís teniendo sabor a menta. Olvidar que la vida te arrancó de mi lado como hoja seca al viento, y que yo soñaba con vivir eternamente enamorada adentro de vos, que sería la mujer más llena de vida, la más feliz, si no del mundo, al menos del Barrio de la Recolección.

Ahora soy sin caer en cuenta, apenas un recuerdo de lo que un día soñamos ser.

Por eso en noches como esta, cuando siento que la vida cada vez pesa más, corro a esconderme tras tu recuerdo y te busco inútilmente, sabiendo que nunca más volveré a encontrar tan dulce y divino sabor, como el de la menta fresca en tus labios.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.
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