Al otro lado del Sol

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Habito un silente orbe que amenaza extinguirse, y es inevitable. 
En esta tierra pululaba el amor y arrebatadores manantiales,
pero ya no hay agua que los haga fluir y saciar así la sed;
la claridad de aurora se arropa con la perenne penumbra de nostalgias.

Navegué años luz en busca de vida y me perdí en la órbita de tus ojos.
Había en tu mundo un vehemente paraíso que invitaba a trascender,
a beberse a borbotones hasta la última gota de tu savia libertadora,
a delimitar fronteras en las espesas llanuras de tus valles,
a instalar imperios en el recinto de tu pecho,
a entonar un himno nuevo en tus labios.

Mas ¡ay! maldito destino disfrazado de ruinoso ventarrón,
arremetió contra toda esperanza, dejándola árida y fosca,
revelándome que en ese ajeno mundo, el amor, es una hipótesis inconclusa,
un sueño que no alcanzó a volar y calló cayó sometido en el légamo del desdén.

Vago en mi silente orbe, es inevitable, se extingue -me extingo-
muero de sed entre las sombras frías de mi planeta
y aún siento correr por mi sangre tu recuerdo, 
hálito celestial que una vez me dio vida, allá, al otro lado del Sol.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados

Mariposa

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Qué pasaje azul te llevó a mi lacerado corazón
constituyéndote primavera redentora
capaz de reverdecer cardos en mi jardín,
confinando al olvido a la sombra del silencio.

Qué nube gris te trajo hasta mis brazos
inundando mi pecho con lluvia de sangre,
calmando el ardor del dolor bajo mis ojeras,
purificando en mis venas la asfixiante polución de soledad.

Intuiste mi necesidad de ti para volar al amor,
eres tú quien deseo libe la miel de mi boca
y sea tu aleteo el único sonido de las palabras murmurando sin voz.

Quizá no sepas, mi frágil mariposa,
que sólo tú pintas mi cielo de grana al atardecer.



© Lissette Flores López. Derechos reservados

Como un lobo

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Acéchame,
invádeme,
agótame,
sacrifícame,
¡soy tuya!
Esta es la hora, lo presiento
esta es tu hora en mi vida.

Soy la pasión profana
que te llama, que te aúlla
que te quema y te consume.
Rásgame el pecho para entregarte el corazón.

Llevas mi sello de pasión no saciada.
Explórame, soy tu ruta ineludible
y vos, la lucha interna que despierta al tocarte en sueños.

Sítiame y haz temblar mis límites,
yo correré libre por la estepa de tu piel
y aullaremos orgasmos a la luz de la luna
pero acéchame,
invádeme,
tómate,
agótame,
destrózame,
¡ámame!
porque esta es tu hora
y yo soy tu presa.



 © Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Confusión

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Ya no te quiero,
me lo grita el buen juicio,
ya no existen lunas que saturen tu mirada,
ni veo el brillo de tus ojos despertando alboradas,
ya no eres farola que ilumina cansados pasos,
ni profecía que vendría a consumarse en el alma.

Desapareció la magia entre tus manos,
cesó el mito de quererte,
se debilitó la ilusión con la que a veces te busco
y las ganas de ofrecer este beso -no vivido-
que yace preso en mi boca.
Me desnudaste del vestido de noche
que me cubría la piel con el tatuaje de tu nombre.

Vuelo semillas de diente de león en las sombras de la tarde,
cada una lleva colgado un “ya no te quiero” a media voz,
caen sobre mi pecho clavándose como agujas de nostalgia.

        Empero, la soledad me abraza confundiendo a la razón
¿Qué me hace sentirte en cada verso que escribo?

¿Cómo catequizar a mi cordura de que es absurda la arrogancia de la utopía y que ya no debo pensarte?

¿Cómo explicarle al corazón que es tan corta la distancia entre tu olvido y mi muerte?

...

¿Cómo se supone que deje de quererte?





© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Hay días

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Hay días que amanecen gritándole a la vida,
cabalgando sobre su propio tiempo,
imponiendo su propia historia.

Hay días que despertamos con un grito ahogado en el pecho
creyendo que podemos guardar los sueños en la palma de la mano,
viendo el cielo más grande y aún así querer volar, sin alas.

Hay días que abren portales de universos olvidados
que retornan silencios, absurdos y nostalgias
de días que se fueron calladamente
         -como sólo ellos saben irse –
sin dejar más que la huella de un tiempo mudo y ciego.

Pero hay días que deseas parar y caer, nacer y seguir
y consigues detener la vida con el freno del alma
para continuar el camino con las manos al aire
respirando al cosmos, y sintiendo sutilmente el aliento de Dios.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Suspiros

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I
Eres, alma mía, la pasión mordida
donde descifro tu figura
en la aurora de un suspiro extraviado
que encadena confusiones
a los pretextos de mi vientre
que desea renacer joven y tuyo.


II
Abrigo versos dispersos en mi cuerpo
aguardando a que tus dedos de pluma
dibujen un poema en la impaciencia de mi piel
con rimas de deseo consonante
que rocíen de ternura y melancolía
anónimas sábanas ceñidas a la lencería del estrepitoso verbo.


III
Desnúdame en medio de la borrasca de tus vaivenes,
hazte marea brava estrellándo en los riscos de mi pecho,
mis manos agitarán las olas en el mar de tu vientre
y a ciegas naufragarás por la orilla recóndita de mis entrañas
agolpando madreselvas de orgasmos, espuma y una diáfana muerte.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Hambre de pecado

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El interminable invierno escarchaba su piel
deshojando los silencios del otoño
arrasando sus furtivas quimeras
al roce de febriles delirios y latidos
que cristalizan, a fuerza de hambre de pecado,
esa congoja de su vientre erial.

No puede apartar aquellos ojos
que, como la noche, llegaban puntual a sus gemidos,
sonrojando al silencio
con los susurros de sus manos tensas
estallando al enigma de su cuerpo,
dibujando bramidos de suspiros
en los pliegues de sus blancos lienzos.

El frío amenaza hacerse eterno entre sus cañaverales
y del grito ahogado que responde la desnuda mano
surge la súplica aliviada
-entre gozos y temblores mitigados-
de un cuerpo acosado de deseo
que sueña con la floración del alba
para cubrir de mieles las riveras de otra piel.


© Lissette Flores López. Derechos Reservados.

Palabras

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Apilé en un rincón de mi corazón
cada una de tus palabras
como si fueran fotografías
con dedicatorias de amor
 robadas  borradas por el tiempo.

Al momento de archivarlas
cada una se aferró a mi nostalgia
y creí reconocerte al palpar tu recuerdo,
mas fue sólo la memoria de un dulce beso
y la inmortalidad de una mirada triste.



© Lissette Flores López. Derechos Reservados

Corazón partido

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                            Sola                              a la sombra
                  de  un  corazón               partido  que se torna
            en fútil ala de                        ausencia   y  melancolía,
        el silencio congela mi                   alma, luego que el amor
      ahogara   la   calma.                  No logro borrar tu recuerdo
       ni apartar tu mirada                de mi mente,  de mis sueños.
        Estás presente en el                sutil susurro de la brisa que
         azota el ventanal,                   impidiendo obrar al olvido
           y calcándote inicuo             en mi piel como tatuaje de
            tinta indeleble,            formándome una segunda piel.
              Tengo el cora-          zón roto e irracionalmente te
                 pienso y siento,        creyendo  por momentos
                   asfixiarme   de         dolor,   deseando   tan
                     solo despertar       un  día  con  amnesia
                        de ti y de tu       nombre. Esperando
                           que  en  la         soledad  de  las
                              paredes de    mi habitación,
                                   el eco       de  sollozos
                                        de      mi corazón
                                                  ayuden a
                                                  mis  lá-
                                                 gri-
                                                ma
                                                s
                                            
                                                a
                                               vo-
                                               lati-
                                           lizar  mi
                                        pena,  como
                                      vaho  al  viento
                                      en una invernal
                                         mañana  de
                                            febrero.


© Lissette Flores López. Derechos reservados



 



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